“Si quieres vender en EE UU necesitas una marca, tener calidad y pagar a un lobby”. Así se expresaba recientemente Bisila Bokoko, Directora ejecutiva de la Cámara de Comercio de España en Nueva York, durante una visita a Valencia.

Las empresas e instituciones españolas tienen claro desde hace tiempo que sin calidad y sin marca es imposible exportar en un mundo globalizado, no sólo a Estados Unidos, sino a cualquier país del mundo. Así lo demuestran iniciativas como el Plan Made in/by Spain, puesto en marcha en marzo de 2009 con el objetivo de mejorar la percepción en Estados Unidos sobre la economía española y el desarrollo tecnológico de las empresas y los productos españoles. O las campañas de citymarketing que cada año tratan de consolidar la marca de ciudades y países para atraer visitantes.

En la misma línea, una veintena de grandes empresas españolas –entre las que se encuentran Telefónica, Iberdrola, Inditex, Repsol, Acciona o Santander- anunciaron recientemente la creación del Consejo Empresarial para la Competitividad, un nuevo think tank que aglutinará a las grandes multinacionales españolas con el objetivo de restablecer la confianza de la comunidad internacional en la solvencia de la economía española.

Sin embargo, todavía hay cierto desconocimiento acerca de la actividad de lobbying,  fundamental en Estados Unidos y crecientemente importante en Europa, especialmente en las instituciones comunitarias. “[…] Los lobbies cumplen su papel y permiten tener acceso a gente a la que de otra manera no siempre pueden llega”, añade Bisila Bokoko.

En sociedades tan complejas como las actuales, con una creciente participación de grupos de interés de lo más diverso, se requieren especialistas que conozcan los procedimientos legislativos y de decisión, orienten a organizaciones y empresas en su estrategia y relaciones con los stakeholders, especialmente si son extranjeras, y las presenten ante la opinión pública.

Los lobbies, estrictamente regulados en Estados Unidos, articulan el diálogo entre el Gobierno, las organizaciones, las empresas y la sociedad civil. Llevan más de medio siglo empleándose como un instrumento para el consenso democrático y por eso pueden ser los mejores aliados de una empresa que desea introducirse en este país.