Gasol no le aguantaría un set a Nadal, ni Nadal tendría nada que hacer en un uno contra uno a Gasol. Ambos son élite histórica del deporte español, atletas de excepción, pero sus músculos están desarrollados de maneras diferentes.

Lo mismo ocurre en política: ganar unas elecciones y dirigir un ministerio son tareas tan diferentes como jugar a dos deportes distintos. En uno el enfoque está puesto sobre las medidas, y en otro sobre la personalidad; en uno se valora la capacidad gestora y en otro la capacidad para ilusionar. Las cualidades de un buen político deben ocupar todo el rango que va desde el trabajo de oficina al de estrado.

Por eso, “Ser ministro no asegura el éxito en las elecciones autonómicas”. Así reza el título del artículo de Beatriz Amigot para Expansión, en el que ha colaborado Santos Ortega.

“Un ministro puede haber hecho una buena o mala gestión y eso es lo que puede determinar sus posibilidades electorales en una comunidad. Se puede tener la ventaja de tener un índice de conocimiento alto del candidato ex ministro entre los votantes, pero que a la vez que la percepción de ese candidato o de su gestión sea negativa», explica Santos Ortega, director de Asuntos Públicos de MAS Consulting España.”

El índice de conocimiento y la valoración de un político juegan un papel clave en unas elecciones, y ahí radica la principal ventaja de haber ocupado una cartera ministerial antes de iniciar una campaña.

Pero, como decíamos al inicio, unas elecciones y un ministerio son dos deportes distintos. Uno se juega en la carretera y en los medios y el otro en las cámaras y las salas de reunión. En uno el rival es claro, tiene nombre y apellidos, y su meta es derrotar al adversario; en el otro prima la necesidad de buscar o escenificar el consenso.

Pero un candidato no es bueno o malo per se, sino en función de su adversario y, en este punto, la candidatura de la ministra pierde atractivo. «No se debe analizar sólo el hecho de presentar a ministros como candidatos autonómicos. Hay que hacer un análisis individualizado de cada candidato, estudiar sus fortalezas y debilidades, y medirlas frente a las del rival, si es posible», explica Ortega.