El humor es algo muy serio, no cabe duda. Que se lo cuenten, si no, a los candidatos a la alcaldía de Reykjavik que vieron cómo el humorista Jon Gnarr se hacía con el puesto para su partido, el Mejor Partido, y obligaba a los que quisieran pactar con él a ver las temporadas completas de la serie The Wire.

El humor se ha vuelto a meter en política, como si fuera una corriente ideológica global, esta vez en Italia. Beppe Grillo, cómico y bloguero popular, y, sobre todo, tenaz antagonista de Silvio Berlusconi, anunció el pasado lunes que se presentaría a las elecciones. Algo que ya hizo en las pasadas elecciones regionales, con un sorprendente éxito.

Así lo relata Público:

En un post publicado en su blog, el más popular de su país, este showman revela que el Movimente 5 Stelle, fundado por él, se presentará también a los comicios municipales de 2011 en Milán, Turín, Bolonia y Génova. Su único termómetro en las urnas fueron las pasadas regionales, donde obtuvo medio millón de votos, según refleja en su web.

Grillo ha diseñado un partido a su imagen y semejanza: ácido y espectacular, orientado hacia una izquierda que en Italia anda necesitada de nuevas ideas, y directamente enfrentado a Berlusconi con un programa diseñado ad hoc.

En su programa aboga, entre otras cuestiones, por la transparencia administrativa y por el rechazo a que un condenado pueda ocupar un escaño en el Parlamento.

Es posible que Beppe Grillo no pase la criba de las urnas, pero probablemente triunfará en su esfuerzo por incluir en la agenda política del país algunos asuntos que los políticos tradicionales no han conseguido levantar. Un cómico habla el lenguaje de la gente mejor que un parlamentario: es entretenido, directo, conciso. Si su propuesta política carece de profundidad es algo que la ciudadanía está preparada para dictaminar; pero de su propuesta comunicativa es probable que la política tenga algo que aprender.