Tomás Gómez
Tomás Gómez - Foto: El Mundo

Hemos sido testigos estos días de la circulación densa de rumores en Madrid sobre el liderazgo del PSOE en la Comunidad. La prensa alimentaba el debate sobre elecciones primarias en el Partido Socialista a partir de una presunta reunión entre Tomás Gómez, líder del PSOE madrileño, y Manuel Chaves, Vicepresidente tercero y ministro de Política Territorial, en la que el ex presidente andaluz habría pedido a Gómez que se hiciera a un lado en virtud de información desfavorable sobre sus posibilidades electorales.

Las primarias, ese proceso deseado que tienen el privilegio de vivir al otro lado del Atlántico, es un proceso que se entiende habitualmente como la necesaria conquista democrática que debe tener lugar en el seno de los partidos políticos españoles. El PSOE ya incluye la posibilidad de primarias en su funcionamiento, y en el PP surgieron voces favorables tras la derrota electoral de Mariano Rajoy en marzo de 2008.

Lo cierto es que las primarias son un proceso democrático percibido con romanticismo, pero cuyas ventajas y desventajas compiten en importancia. Comúnmente se perciben como un proceso de debate interno que fomenta la igualdad de posibilidades de los precandidatos y tras el cual el partido resurge saneado y reforzado. Sin embargo, la naturaleza competitiva de unas elecciones hace que las primarias sean un foco de división en los partidos. Y a los votantes no les gusta la división.

Unas primarias puras como las que se viven en EEUU suponen una fragmentación del mensaje, los medios, la financiación y la militancia del partido. El partido, durante el tiempo que duran las campañas, da un paso atrás y permite la contienda entre precandidatos.

Fórmulas mixtas en las que el partido juega un papel más protagonista, con la intención de salvaguardar los intereses generales del mismo frente a los de los candidatos, pueden resultar incluso más dañinas. En un sistema como el español en el que los partidos son tan sólidos y monopolizan el mensaje político, unas primarias suponen el cuestionamiento de esta unidad, poniendo en un compromiso las posibilidades del candidato ganador de las primarias de vencer en unas generales.

El PSOE se enfrenta a una complicada situación, debiendo elegir entre dos soluciones aparentemente imperfectas: las primarias que podrían aportar la ilusión y la inercia de lo nuevo a un PSOE madrileño que vive su particular travesía en el desierto, frente a la necesidad de cerrar filas en torno a una candidatura y un programa sólidos que garanticen la competencia con el PP.