Artículo de Daniel Ureña para ABC: Debate de altos vuelos

Anoche el Reino Unido vivió una jornada histórica con la celebración del primer debate en televisión. A pesar de la larga trayectoria de su democracia, los británicos no habían tenido la oportunidad de ver una confrontación de sus candidatos a primer ministro ante las cámaras. Y el resultado mereció la pena: un formato fresco y dinámico que no defraudó. Nick Clegg, el líder liberal demócrata, puede estar contento, no sólo porque demostró sus dotes de comunicador sino por el simple hecho de estar en igualdad de condiciones ante millones de espectadores, cuando las encuestas estiman que el 30% de la opinión pública británica no le conocía.

Hasta ayer. Con una imagen atractiva y carismática, Clegg explotó hábilmente su condición de alternativa frente a laboristas y conservadores. Gordon Brown, por su parte, hizo esfuerzos por defender los logros de su gobierno en cuestiones como inmigración, seguridad o educación e incluso empleó el humor en algunas de sus intervenciones, pero en general pecó de exceso de racionalidad.

Algunos medios hablan de Nick Clegg como una estrella política incipiente
Algunos medios hablan de Nick Clegg como una estrella política incipiente

David Cameron, conocido por su dominio de la cámara, conectó con la audiencia utilizando muchos relatos, narraciones y ejemplos, apelando a su familia, a sus propias experiencias personales y empatizando con el público en asuntos como Afganistán o el sistema de salud. El moderador, Alastair Stewart, ejerció de tal. A diferencia de otros moderadores, cuya misión es controlar el cronómetro, el presentador imprimió agilidad y no tuvo reparo en cortar a los candidatos durante los cuatro minutos de respuesta de cada bloque.
Además, el hecho de que el público introducía los diferentes temas hizo que el debate ganara en ritmo y que el cierre, fuese el momento álgido de la noche, con una gran intervención de Clegg.