El diario ABC, en su suplemento Los Domingos de ABC, publica un reportaje firmado por Daniel Ureña sobre los asesores de campaña de Barack Obama:

Junto a Obama, los estrategas de la victoria

David Axelrod

Barack Obama pasará a la Historia por lo que política y socialmente supone que un afroamericano sea el presidente de Estados Unidos. Pero también porque su campaña va a ser considerada un modelo en los manuales de comunicación electoral. Muchos políticos de todo el mundo habrán caído en la cuenta de que en la sociedad del siglo XXI, donde Internet y la televisión tienen un papel fundamental, la forma de hacer política ha cambiado.

Obama se ha convertido en pocos meses en una de las marcas más conocidas en todos los rincones del planeta. Desde los tiempos de Kennedy no se veía un fenómeno similar, pero hoy, gracias a la Red, su impacto se ha multiplicado mucho más.  El interés desbordado con que se han seguido las elecciones americanas de este año no tiene precedentes, y tiene mucho que ver con el candidato demócrata.

Su éxito se debe al propio Obama, a su carisma, su idealismo y su oratoria. Pero una parte muy importante del mérito hay que atribuírselo a su equipo de asesores, que ha sabido pulir el diamante en bruto que tenía ante sí. Los consultores políticos, durante las campañas, deben estar en la sombra, en un papel secundario propio del director de orquesta, pero en los medios de comunicación despierta siempre una gran atracción la trastienda de lo que rodea al líder.

David Axelrod ha sido uno de los culpables del fenómeno Obama. Si Karl Rove fue el “arquitecto” de la gran victoria republicana de 2004; Axelrod ha sido el “narrador” de Obama, tal y como lo definió el New York Times. Nacido en 1955 en Manhattan, Nueva York, se crió en una familia de origen judío en la que vivió desde muy joven su pasión por la política. La fugaz presidencia de John F. Kennedy la vio desde los ojos de un niño, que quedó impactado al igual que la sociedad americana de la época. De hecho, Axelrod recuerda cómo a los 13 años ya vendía chapas de Robert Kennedy.

Cuarenta años después ese niño de Nueva York ha sido uno de los cerebros de un movimiento civil que bebe directamente de la leyenda de los Kennedy. Si JFK fue el primer político que comprendió el poder de la televisión, Barack Obama ha sido el primer político que llega a la Casa Blanca gracias a Internet.

Axelrod conoce muy bien a Obama. Con 27 años empezó a trabajar como periodista en el Chicago Tribune, cubriendo las noticias del Ayuntamiento. Allí estuvo ocho años escribiendo sobre política local y nacional.  Pero su pasión por las campañas le animó a dar el salto y unirse a la candidatura de Paul Simon, congresista demócrata por Illinois. Poco después, trabajó en otra campaña también con tintes históricos, la de Harold Washington, el primer alcalde negro de Chicago. Esta experiencia le permitió conectar con una realidad incipiente en Estados Unidos, el desembarco de líderes de la comunidad afroamericana en la política. Varios candidatos afroamericanos en Detroit, Cleveland,  Washington, D.C., Houston, Filadelfia, etc. confiaron en Axelrod para sus campañas.

En 1992 los caminos de Axelrod y Obama se cruzan por primera vez al ser presentados en un acto de registro de votantes afroamericanos, pero no sería hasta diez años después cuando comienzan a colaborar. Primero de manera informal, cuando Obama le pide su opinión sobre el famoso discurso contra la guerra de Irak en 2002. Poco después, también quiso que leyera el borrador de “The Audicity of Hope”, su segundo libro.  En esos años Axelrod trabajaba desde su firma de consultoría política asesorando a líderes demócratas por todo el país.  De hecho, en 2008, antes de tomar la decisión de dirigir la candidatura de  Obama, Axelrod tiene que plantearse que cuatro de los rivales de éste en las primarias demócratas habían sido clientes suyos: Hillary Clinton, John Edwards, Chris Dodd y Tom Vilsack. Pero apostó por el caballo ganador.

David Plouffe

En esta aventura Axelrod no ha estado solo. Ha contado con la colaboración de un buen amigo y socio, David Plouffe, a quien Obama agradeció en público su trabajo en el discurso de la noche del martes 4 de noviembre. Plouffe fue contratado por la empresa de David Axelrod en el año 2000. Poco después se convirtió en socio de la firma y ambos trabajaron con Obama para su campaña al Senado en 2004. Ahí comenzó a gestarse el núcleo duro del equipo que cambiaría el rumbo de Estados Unidos.

Plouffe, a pesar de su juventud, 41 años, también tiene una larga experiencia trabajando con diferentes líderes del Partido Demócrata. Cuando todavía no había terminado sus estudios de Ciencias Políticas en la Universidad de Delaware, se enroló en la campaña de reelección del senador Tom Harkin, donde fue el comienzo de su meteórica carrera, que le ha llevado a dirigir los comités de campaña para el Congreso y el Senado del Partido Demócrata. Allí lideró una campaña de captación de fondos que consiguió 95 millones de dólares en todo el país, cuya experiencia le ha servido durante los últimos meses, en los que ha sido el director de campaña de Barack Obama. Calmado y metódico, ha sido sido el gerente de una gran empresa con disciplina militar. Definido como “the man with a plan” (el hombre con un plan), se ha encargado de diseñar la estrategia y la organización de una estructura con más de tres millones de colaboradores. El gran éxito de Plouffe ha sido el articular una maquinaria electoral desde las bases, dando todo el protagonismo a la gente y consiguiendo que millones de personas que hasta hoy no creían en la política vieran en Barack Obama su voz.

Plouffe también fue el responsable de la campaña en las primarias. La victoria de Obama en el estado de Iowa tuvo un valor simbólico muy importante, ya que empezó a materializar las posibilidades del candidato afroamericano, que hasta la fecha había seducido a mucha gente, pero otros lo seguián considerando una mera burbuja mediática.  Como buen consultor político, Plouffe estudió y aprendió de los errores y aciertos de otras campañas. Los esfuerzos de movilización de las bases de Howard Dean en 2003 y las acciones diseñadas por Karl Rove en 2004 para activar a las comunidades evangélicas le sirvieron de inspiración y no hizo otra cosa que perfeccionar y extender estas estrategias.

El futuro de ambos siempre va a estar ligado al de Obama. David Axelrod ya ha confirmado que trabajará en la Casa Blanca como asesor del nuevo Presidente y, es muy probable, que Plouffe también se una, si bien todavía no ha desvelado su futuro. Aunque de manera más reducida, las páginas de la Historia tendrán también un hueco para ellos.