El ser de un mismo lugar, o tener una misma afición por un determinado vino, por ejemplo, son suficientes para entablar una relación. El acierto en la segmentación de los públicos, explica Martínez, es fundamental.

Los políticos apenas conocen la profesión, dice Martínez, porque lo normal es que quieran hacer vídeos bonitos antes que establecer flujos de comunicación con los votantes. La gente, por lo general, se fía de las otras personas, porque lo normal es que se comparta un conjunto de valores. 

Los políticos deben posicionarse de manera cercana a ese conjunto de valores si quieren que los votantes se fíen de ellos.