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1. Unas elecciones autonómicas más nacionales que nunca.

Cataluña afronta sus novenas elecciones autonómicas. Pese a ser unos comicios al Parlamento de Cataluña su repercusión en el resto de España será crucial. Del resultado de estos comicios dependerá en gran parte la legislatura a nivel nacional. España se juega no solo recuperar una mermada imagen internacional, sino también la estabilidad política y económica de los próximos años.

2. Dos frentes y mil matices.

Los bloques están claros: constitucionalistas frente a independentistas, pero con muchos matices. Independentismo pero sin unilateralidad; Constitución pero con revisión constitucional; federalismo asimétrico vs. régimen autonómico, etcétera. Buena parte del éxito de los partidos dependerá de su capacidad para explicar estos términos a la ciudadanía.

3. El CIS impulsa a Ciudadanos.

Pocos podían imaginar no hace mucho que Ciudadanos apareciera en las encuestas como el favorito para ser el más votado en unos comicios en Cataluña, tal y como anunció esta semana el CIS. El partido liderado por Inés Arrimadas está sabiendo aprovechar, al menos en las encuestas, la crisis vivida en las últimas semanas en Cataluña. No obstante, la historia de las elecciones nos enseña que la gestión de las expectativas es crucial en toda campaña, por lo que los datos del CIS suponen un fuerte impulso para el partido naranja, pero no exento de riesgos.

4. La fragmentación del nacionalismo.

La división en las filas del nacionalismo catalán supone una importante amenaza de cara a su posible resultado en las urnas. La desmovilización tras el fiasco de la declaración de independencia y las fuertes divisiones internas pueden pasarle factura. Sin embargo, no hay que olvidar que la fuerza del relato de la víctima frente al Estado español sigue latente en el imaginario colectivo de muchos catalanes y durante las próximas semanas veremos muchos intentos para reforzarlo.

5. El enigma de la participación.

Desde las primeras elecciones al Parlamento de Cataluña de 1980, celebradas un jueves, los catalanes no han votado a sus representantes autonómicos en día laborable y desde luego no con candidatos encarcelados ni con un Gobierno autonómico intervenido, por lo que son muchos factores nuevos los que entran en juego en esta elección. Y uno de ellos será el de la participación. Las elecciones catalanas celebradas en 2015 supusieron un punto de inflexión en los índices de participación en Cataluña al alcanzar un 77%, un 9% más que las de 2012. El récord absoluto se alcanzó en 1982 con una concurrencia del 81%, la más alta de la democracia. ¿Cuál será el 21-D?