ABC publica hoy un análisis del debate entre Royal y Sarkozy elaborado por Daniel Ureña, de MAS Consulting Group.

Se caen los estereotipos

Veintidós millones de personas asistieron en directo al duelo televisivo entre Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal. Hoy, la esencia del juego político está en los debates, en el cuerpo a cuerpo entre los candidatos. Por encima de los discursos, los spots o los mítines, el debate en televisión es el mejor formato para que los votantes examinen con detalle a un dirigente político. Tanto la líder socialista como el conservador eran conscientes de lo mucho que se jugaban a escasos días de la segunda vuelta de las elecciones, por lo que los dos acudieron con la lección bien aprendida. El público asistió a un enérgico debate en el que los estereotipos adjudicados tanto a Royal como a Sarkozy se desmoronaron. La candidata socialista se esforzó por mostrar una imagen de fuerza y contundencia que sorprendió. Pocas veces los telespectadores han visto a la socialista tan alterada y despojada de su sonrisa.  Por su parte, el candidato de UMP fue capaz de mantener en todo momento la calma y actúo con gran maestría en los instantes en los que su rival se mostró más irritada.

La clave de la telegenia, la disciplina que los buenos políticos tratan de aprender y poner en práctica en sus intervenciones públicas, es  controlar la percepción que se proyecta en la televisión. Para ello, el tono de voz, el movimiento de las manos, la mirada, la vestimenta y, por supuesto, el mensaje son fundamentales.  En el debate los dos rivales controlaron tanto su lenguaje verbal como no verbal y aprovecharon sus oportunidades.  Si Sarkozy pretendía difuminar su imagen de agresividad, ganó el debate. Si Royal, quería mostrar una imagen de fuerza que compensara su aparente debilidad, también lo logró.